Cuando uno se pone a ver el libro de los Hechos de los Apóstoles, y ve cómo con la sola sombra del Apóstol Pedro, los tullidos quedaban sanos, cuando uno ve cómo los mismos Apóstoles podían rescucitar muertos, cuando uno ve cómo se aparecían ángeles que liberaban a los Apóstoles de su cautiverio, y más aún, cuando uno lee literalmente de boca de Jesús que "Si tuviéramos fe, del tamaño de un granito de mostaza, le dirían a este cerro: quítate de ahí y ponte más allá, y el cerro obedeccería" (Cfr Mt 17, 20)... cuando uno lee todo esto, surge obligadamente la siguiente pregunta: ¿dónde están todos estos milagros portentosos?
Es decir, ¿por qué en estos tiempos que nos toca vivir ya no se ven este tipo de milagros extraordinarios? ¿acaso será que ya no tenemos suficente fe? Este ha sido un tema recurrente cuando me he puesto a platicar con amigos acerca de la famosa "Primera Comunidad" o Iglesia Primitiva. Y siempre queda esa gran incógnita. Tan es así, que en una de esas pláticas espontáneas, alguien dijo que una vez había oído a un sacerdote decir "íjole, si me trajeran un paralítico no me animaría a decirle 'levántate y anda' porque no creo tener la suficiente fe". Después de meditarlo un buen tiempo, creo que puede haber dos posibles soluciones, aunque no descarto que haya más...
La primera sería que sí, efectivamentte ya no tenemos fe ni siquiera de un granito de mostaza. Y precisamente por eso, ya no podemos hacer milagros... si bien, es la primera posibilidad, y la más fácil de conjeturar. Pero esto nos llevaría a cuestiones un tanto más delicadas: ¿incluso el menor de los Apóstoles tenía muchísima más fe que Juan Pablo II o que Benedicto XVI? ¿si sí, en qué punto se rompió esta fe? ¿a partir de quién cesaron los milagros y empezamos a vivir en una época ausente de milagros?
No es tan sencillo hallarle respuesta a estas cuestiones, sobre todo a la primera, porque claro está que como Pastor de la Iglesia, Benedicto es una persona sumamente preparada y con una fe inmensa, ya que, de otro modo, no podría pastorearnos hacia el Dueño del Rebaño. Y la segunda pregunta, también es difícil de responder... no creo que haya un punto en el que "fum..." se apagó la fe.
Ahora bien, la segunda posibilidad es la siguiente: en ese momento histórico (en el nacimiento de la Iglesia), Dios en su sabiduría conocía que los milagros requeridos para que "carburara" la Iglesia era permitir que la Gracia se manifestara en curaciones, en resurrecciones, en lenguas de fuego, etc. Para sustentar esta posibilidad, hallé esta cita, creo que puede iluminar un poco mi punto: "Los Apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con gran poder, y auúel era para todos un tiempo de Gracia excepcional" (Hch 4, 33). Luego entonces, es posible que Dios permitiera como algo excepcional que se realizaran ese tipo de milagros, porque era lo que ocupaba la Iglesia en ese momento.
En tal virtud, en esta época no se estarían realiando este tipo de milagros extraordinariamente portentosos no por falta de fe, sino por planes divinos. Me inclino mucho más por esta posibilidad, ya que, si bien, creo que nos falta mucha o muchísima fe, no creo que aún incrementándola estaremos en posibilidades de multiplicar panes así como así.
Entonces, ¿dónde están los milagros? Y siempre viene a mi mente el paso de la Iglesia a través de 1980 años, en los que ha sido perseguida, exhiliada de países, ha habido gente dentro de la misma Iglesia tratando de destruirila decididamente, gente de afuera con el mismo cometido, en fin, infinidad de detractores, de obstáculos, de trabas, y la Iglesia sigue en pie. Si tú te metes en youtube y pones "iglesia católica" encontrarás videos a favor y en contra de la Iglesia, la relación entre uno y otro es abismal, por cada uno a favor, encuentras muchísisimos en contra. Y aún así, la Iglesia sigue creciendo.
En conclusión, creo que siempre será necesario pedirle al Espíritu Santo que incremente en nosotros la virtud teologal de la fe, pero creo también, que si hoy no estamos curando muertos en cada esquina con la sombra de nuestro carro, no es porque seamos sólo pseudocreyentes, sino porque en el plan de Dios, la portentosidad de los Milagros está en la Majestuosidad de la historia de la Iglesia a través del tiempo, en los pequeñas pero asombrosas luminarias que ha dado y sigue dando nuestra Iglesia (San Francisco de Asís, San Juan María Vianney, San Josémaría Escrivá, Juan Pablo II)... ahí, en el Templo, en cada consagración, está el milagro más grande y portentoso, en Jesús hecho Eucaristía en su Iglesia.
1 comentario:
Definitivamente la eucaristía es el más importante de todos y en segundo lugar la historia de la iglesia y de sus santos. Y aún así me gustaría recalcar el hecho de que sí existen todavía milagros tan impresionantes como los de los primeros apóstoles, muchos de los cuales están inmortalizados en las vidas de los santos y muchos más los que le suceden personalmente a muchos cristianos comprometidos en momentos clave de sus vidas.
Aún así comparto la idea de que el que no haya milagros tan evidentes como antes se debe simplemente a el plan y las pruebas que Dios tiene para determinadas épocas de la historia, y no a una falta de fe colectiva. Sin embargo la fe sigue obrando milagros latentes a veces aún más impresionantes que los de los apóstoles para quienes siguen al servicio de Dios en las buenas y en las malas.
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